No querer sentir dolor es un instinto natural del ser humano. El dolor es una señal del cuerpo de que algo no está bien, ya sea una lesión, enfermedad o un problema de salud. Además, el dolor crónico o persistente también puede tener efectos negativos a largo plazo en la salud física y mental. Además, es posible tener dolor neuropático por ansiedad ¿Cómo puede ser?
¿Qué es el dolor neuropático?
El dolor neuropático es un trastorno neurológico producido porque hay un nervio o más del sistema nervioso dañado. Por culpa de esto, se produce un dolor crónico a la persona imposible de curar y normalmente producido porque el nervio envía estímulos incorrectos al cerebro.
Podemos decir que el dolor neuropático se produce porque hay un funcionamiento anormal del sistema nervioso, lo que provoca que interprete los estímulos de manera errónea.
En función de la localización de la lesión o enfermedad, el dolor neuropático se clasifica entre:
- Dolor neuropático periférico: el daño se encuentra en los nervios de fuera del cerebro y la médula espinal. Puede causar debilidad, entumecimiento y dolor en las manos y los pies. Suele ser el resultado de lesiones traumáticas, infecciones, problemas metabólicos, orígenes hereditarios y exposición a toxinas. Normalmente, el dolor producido por el daño a los nervios periféricos se puede tratar o mejorar los síntomas.
- Dolor neuropático central: suelen aparecer después de un accidente cerebrovascular o lesión medular. Un ejemplo sería un ictus.

Los pacientes con este tipo de dolor pueden describirlo de la siguiente manera:
- Quemante,
- Punzante.
- Eléctrico (corriente).
- Sordo (hormigueo, entumecimiento).
- Lancinante (corte, incisión).
- Palpitante.
¿Se puede tener dolor neuropático por ansiedad?
Sí, es posible que la ansiedad pueda causar dolor neuropático en algunas personas. El dolor neuropático se produce cuando los nervios que transmiten señales de dolor al cerebro están dañados o no funcionan correctamente. Puede sentirse como un dolor punzante, ardor, pinchazo, entumecimiento o hormigueo.
La ansiedad puede contribuir a la aparición o exacerbación del dolor neuropático en varias formas. La ansiedad crónica puede causar cambios en los procesos químicos y hormonales del cuerpo, lo que puede afectar los nervios y provocar dolor. Además, la ansiedad puede aumentar la sensibilidad al dolor, lo que puede hacer que el dolor neuropático se sienta más intenso.
Por lo tanto, es importante que las personas que experimentan dolor neuropático también consideren el papel que la ansiedad puede estar desempeñando en su condición y buscar tratamiento para ambas condiciones. Un profesional de la salud puede ayudar a determinar la causa subyacente del dolor neuropático y brindar tratamiento y manejo del dolor y la ansiedad de manera efectiva.
Como funciona el sistema nervioso
El sistema nervioso es el encargado de trasmitir las señales entre el cerebro y el resto del cuerpo, esto también incluye los órganos. Por lo tanto, tiene la capacidad de controlar la capacidad de movimiento, respiración, la vista, pensar entre muchas otras cosas.
El sistema nervioso está compuesto por las neuronas, que serían su unidad básica. Estas tienen unas extensiones denominadas axones y dendritas. El conjunto de los axones son los nervios que se encuentran a todo el cuerpo.

Gracias a estas uniones las neuronas pueden comunicarse con todas las partes del cuerpo. Existen diferentes tipos de neuronas: las motoras, las sensitivas, otras que controlan los procesos involuntarios, etc.
Este sistema se divide en dos: el sistema nervioso central y el periférico. El central está compuesto por el cerebro, el cerebelo, el bulbo raquídeo y la médula espinal. Por su parte, el sistema nervioso periférico está formado por nervios que parten de diferentes alturas de la médula espinal y llegan a todas las partes del cuerpo.
¿Qué produce el dolor neuropático?
El dolor neuropático es un dolor muy complejo que engloba diferentes causas. Las causas del dolor más comunes son las siguientes:
- Traumatismos: cirugías o lesiones de la médula espinal, dolor después de la amputación de pierna o brazo y lesiones por accidente.
- Problemas metabólicos: neuropatía diabética, hipertiroidismo, uremia, amiloidosis, porfiria.
- Nervios comprimidos: túnel carpiano, radiculopatía crónica, estenosis espinal, neuralgia de cara, cabeza y cuello, entre otros.
- Cáncer: compresión tumoral, metástasis o infiltración.
- Enfermedad vascular: ictus, lupus eritematoso sistémico, panarteritis nodosa.
- Infecciones víricas o bacterianas: herpes zóster, mononucleosis, sífilis, difteria, etc.
- Falta de nutrientes: vitaminas B1, B3 o B6.
- Enfermedades autoinmunitarias: esclerosis múltiple o sarcoidosis.
- Toxinas: metales, medicación con quimio.
- Genética: enfermedades genéticas hereditarias.
- Enfermedades degenerativas: hernia discal, fibrosis pulmonar, ELA, Parkinson.
- Otras: crisis epilépticas, fibromialgia.
Tratamiento del dolor neuropático
En muchas ocasiones, el tratamiento consiste en tratar el dolor, pero no en terminar con la causa. Muchas veces, no se puede determinar qué lo provoca y, si se encuentra, no siempre se puede tratar. Es por esto por lo que los especialistas ofrecen al paciente formas para poder sobrellevar la situación de la mejor forma posible. Normalmente se lleva a cabo un tratamiento farmacológico, aunque en ocasiones también se puede pasar a la cirugía.

Los tratamientos están pensados para actuar de forma preventiva y no solamente cuando aparecen los episodios de dolor más agudos y difíciles de aguantar. En casos concretos, los médicos pueden considerar que una intervención podría ofrecer una buena solución para aliviar o controlar el dolor. Aunque esto siempre dependerá de cada persona.
Las intervenciones que se llevan a cabo son:
- Estimulación eléctrica: se colocan electrodos en la superficie de la piel y se aplica corriente eléctrica.
- Estimular los nervios periféricos: se colocan unos cables debajo la piel para estimular un nervio periférico individual. Los cables están conectados a un dispositivo que hay por sobre la piel. Se ha comprobado que es muy eficaz porque puede actuar directamente a la zona dolorida.
- Estimulación de la médula espinal: indicado para personas que han tenido una cirugía de espalda. Consiste en colocar un estimulador en la médula espinal y los cables se instalan en el espacio que rodea. Gracias a los impulsos que generan los cables se puede cambiar como los nervios están transmitiendo los estímulos al cerebro.
- Bloqueos nerviosos: permiten interrumpir la vía nerviosa que transmite las señales de dolor. Este procedimiento se plantea cuando los fármacos no pueden aliviar el dolor y se puede hacer de las siguientes formas: anestésico local, inyección en unas neuronas concretas para ayudar a regular el dolor, inyección de una sustancia para destruir un nervio, congelación o quemadura de un nervio.
Algunos de los tratamientos farmacológicos que se pueden administrar son:
- Analgésicos secundarios: cambian cómo los nervios perciben el dolor. Se tratan de antidepresivos y anticonvulsivos, ya que han descubierto que tienen propiedades para aliviar el dolor.
- Medicamentos tópicos, es decir, aplicados en la piel como crema de capsaicina o parche cutáneo que contiene lidocaína.
- Analgésicos opiáceos: pueden reducir el dolor en algunas personas, pero tienen muchos efectos secundarios y es arriesgado usarlos.
También es importante empezar fisioterapia y terapia ocupacional porque permite que la persona continue en moviendo la parte del cuerpo que tiene dolorida y evitar que se atrofie la musculatura. También permite aumentar la amplitud del movimiento, mejoran la funcionalidad y puede disminuir la sensibilidad del área.
El dolor puede afectar la calidad de vida de una persona, causando incomodidad, limitando la capacidad para realizar actividades cotidianas y afectando el estado de ánimo y bienestar emocional. Por lo tanto, es comprensible que la mayoría de las personas prefieran evitar sentir dolor y busquen tratamientos y terapias para aliviarlo en caso de que se presente.