El sabor del agua salada. La fuerza del mar. La sensación de recordar otra vez la libertad.
Decenas de personas con discapacidad doman estos días las olas en las playas de Río de Janeiro. Hombres y mujeres que han perdido algún miembro, con discapacidad física, autiditiva, visual, con parálisis cerebral o Síndrome de Down,… se aventuran al mar con sus tablas con el único objetivo de sentirse libres y notar el agua en su cara.
Todos requieren diferentes tipos de asistencia. Utilizan tablas, adaptadas, para poder entrar en el agua. Algunos lo hacen de rodillas, otros boca abajo, pero sea como sea, una vez salen de las aguas saladas rebosan de felicidad. “El sabor del agua salada es impagable. Es el sabor de la libertad. Cuando te diagnostican una enfermedad como la mía, ni te imaginas que volverás a saborear esto”, afirma una de las surfers, Renata Glasner de 35 años y con esclerosis múltiple.
Todos ellos disfrutan del mar gracias a la empresa AdaptSurf, una organización no gubernamental de Río de Janeiro que tiene como objetivo hacer las playas accesibles a las personas con discapacidad y potenciar la práctica de deportes acuáticos como el surf. Se reúnen todos los fines de semana si el tiempo acompaña. Vale la pena destacar que iniciativas similares también las encontramos en las playas de California y Australia.
¿Quién se atreve a desafiar a las olas?