Si estas vacaciones visitáis Copenhague (Dinamarca) no dudéis en subiros a este ascensor pensado para las personas con claustrofobia. El elevador en cuestión recrea a los que se utilizaban en 1913, no tiene puerta y… ¡para subirse y bajarse de él tenemos que hacerlo en marcha! Ver video aquí.
Volvamos la vista atrás para encontrar el origen de esta idea. ¿Qué sabemos de los primeros ascensores?
Según la literatura, se dice que el primer elevador fue construido por el arquitecto romano Vitruvio el año 236 a.d.C. Posteriormente, se denominaba ascensor a aquellas cabinas sostenidas con cuerdas de cáñamo y accionadas a mano o por animales que afirman que fueron instaladas en el monasterio del Sinaí, en Egipto.
Los ascensores antiguos y medievales funcionaban con sistemas de tracción utilizando el mecanismo de la grúa. Con la invención del sistema basado en la transmisión a tornillo, se crearon lo que se considera los primeros ascensores de pasajeros modernos; el primer modelo fue creado por Ivan Kulibin e instalado en el Palacio de Invierno en 1793.
En 1851, Waterman inventó el primer prototipo de montacargas; una plataforma unida a un cable que permitía subir y bajar mercancías y personas.
Subir y bajar escaleras se convirtió en una limitación cuando se construyeron los primeros edificios altos así que surgió la necesidad de implementar el uso de un aparato que trasladara a las personas de un piso a otro sin esfuerzo. Los centros comerciales empezaron a valorarlo como una oportunidad de negocio. Así que, el montacargas de Waterman inspiró al estadounidense Elisha G. Otis y inventó un elevador con un sistema dentado que permitía amortiguar la caída del mismo en caso de que se cortara el cable de sustento. Esta fue la primera medida de seguridad en los elevadores de pasajeros.
Vale la pena hablar de otro tipo de ascensores conocido como paternoster (o también denominado elevador cíclico) y que tiene mucho que ver con el ascensor pensado para claustrofóbicos. Se trata de una serie de cabinas abiertas, de capacidad limitada, que se mueven lentamente por dos huecos contiguos. Por uno suben las cabinas, y al llegar a la parte superior, se cambian al otro hueco por el que bajan en un ciclo continuo sin detenerse. Así que, los pasajeros suben y bajan en marcha. Se dice que era muy práctico en lugares con mucha afluencia de gente, aunque tenía problemas de seguridad, así que lo sustituyeron por las escaleras mecánicas.
¡Interesante evolución!
Fuente: Que.es, Wikipedia