Hace unos días presentábamos el caso de Smiley, un perro que con la ayuda de su dueña había superado su discapacidad visual. Y es que la accesibilidad no sólo comprende a las personas, también a los animales.
La señora T, una tortuga de 90 años, es noticia… y todo un ejemplo de superación. En los últimos días, su historia ha dado la vuelta al mundo al saberse que mientras hibernaba en el jardín de su dueña, Jude Ryder, unas ratas la atacaron y le dejaron sin las patas delanteras. Tras consultar varias clínicas veterinarias y no encontrar soluciones, su hijo le propuso una solución para que la señora T pudiese moverse con total autonomía.
Con dos varillas soldadas alrededor del caparazón y dos ruedas a cada lado, la señora T recuperó su movilidad. De hecho, ahora se mueve más rápido, ganando movilidad y libertad de movimiento.
El caso de la señora T es un ejemplo de cómo la accesibilidad en animales cada vez más está reconocida socialmente como una necesidad y un deber. Al fin y al cabo, son seres vivos que han sufrido una amputación o viven con una discapacidad. En un contexto como el nuestro en que existen soluciones técnicas para prácticamente cualquier situación, el principal objetivo debería ser garantizar su movilidad.
La ortopedia biónica para animales es una de las vías que se ha abierto recientemente y de las que más promete. Ofrece la posibilidad de suprimir, en muchos casos, la movilidad reducida de animales domésticos como perros y gatos. De hecho, ya se han podido ver los primeros prototipos, incluso para animales que han perdido las cuatro patas.
Foto: http://www.telegraph.co.uk/