Las mejoras en la salud pública y la calidad de vida han incrementado la esperanza de vida de las personas.
Según la Organización Mundial de la Salud, actualmente el número de personas mayores de 60 años es el dos veces superior al que había en 1980, y se prevé que en el año 2050 el número de personas mayores de 80 años cuadriplique al actual.
La salud de las personas se deteriora a medida que envejecen. Para “envejecer con calidad” y que todos podamos conservar nuestra autonomía personal durante más tiempo, la Unión Europea postula una serie de hábitos y programas sanitarios preventivos.
Principalmente, para disfrutar de un envejecimiento activo, es necesario haber disfrutado de una buena salud en las etapas anteriores de la vida. Hábitos que se deben adoptar y mantener, como por ejemplo:
- Dieta saludable, alimentos ajustados a nuestras necesidades energéticas…
- Estilo de vida activo: andar, subir y bajar escaleras, bailar, hacer deporte, moverse… Dormir las horas necesarias, no fumar, no beber…
España presenta uno de los índices más altos de envejecimiento del mundo, un 17%, y va en aumento.
Es cierto que, con la edad se incrementa el riesgo de sufrir problemas de salud que se conviertan en crónicos, por lo tanto, aumenta la necesidad de prestar asistencia de manera prolongada. Según datos publicados en el año 2005, en el “Libro Blanco Atención a las personas en situación de dependencia en España”, la enfermedad, y no la edad, es la principal causa de dependencia. La edad no es causa de dependencia. Existe una relación evidente entre dependencia y enfermedad.
La OMS recomienda medir la salud en las personas mayores en términos de pérdida de función. Así, las personas mayores presentarán un mejor o peor nivel de salud en relación con la situación funcional, es decir: el mayor o menor grado de discapacidad o de dependencia.
Un último dato de la Organización Mundial de la Salud: en los próximos 5 años, y por primera vez en la historia, el número de personas mayores de 65 años superará el de niños menores de cinco años. Así, además, se incrementarán las personas con discapacidad.
Los científicos aconsejan que es posible reducir de forma significativa la incidencia, la prevalencia y la intensidad de la enfermedad, la discapacidad y, con ello, la dependencia, mediante 3 acciones fundamentales:
- La prevención y promoción de la salud
- La prevención y el control de las enfermedades crónicas
- La disponibilidad de unos servicios sanitarios eficientes para las personas mayores.
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Fuente: saludediciones.com